Eso es lo que ansío desde hace tiempo, una escapada. Y si puede ser a Roma. Y, ¿por qué Roma? Pues precisamente esta ciudad porque me trae muy buenos recuerdos, porque está relativamente cerca y porque, siempre que he ido, he disfrutado mucho comiendo y bebiendo. Sus restaurantes, sus cafeterías, sus bodegas, su pizza, su pasta, sus helados…. ¿qué gastrónomo no quiere escaparse a Roma?
El gran Coliseo romano.
Además últimamente noto que necesito liberar mi mente, escapar. Escapar de donde vivo, de lo que hago cada día, de mis pensamientos… de la rutina. Nuevos aires durante unos días le vendrían bien a mi mente y a mi cuerpo. Y si además a mi cuerpo lo nutro de buenas comidas como las que se hacen en Italia, mejor que mejor. La última vez que visitamos esta ciudad, acababa de empezar con el blog y son pocos los restaurantes que incluí en su día. Con esta escapada romana, podría alimentar de nuevo la sección de viajes en el blog.
Sí, esto es un llamamiento a cualquier lector ávido de alegrarle la vida a una Arantxi con ganas de viajar. Todo aquel que quiera ofrecerse a ello, le informo que a Roma se puede viajar por poco dinero y si no basta con mirar este enlace. Gastar poco para el viaje, para gastar mucho en la comida 
Así que si volviera a pisar suelo romano no me perdería:
1. Tomar un café en Caffè Greco, Tazza d’Oro, Sant’Eustaquio o Cristalli di Zuchero.
2. Comer un plato de cocina tradicional italiana en el barrio del Trastevere, ya sea en Da Enzo al 29 o en Da Augusto.
Plato de ternera estofada tomada en el barrio del Trastevere.
3. Probar los panes artesanos del Forno Campo De’ Fiori.
4. Tomar un helado en Giolitti, Della Palma Gelato di Roma, Fassi o Gelarmony.
5. Cenar pasta o pizza en Da Baffeto, La Montecarlo o L’Archetto.
Rigatoni con salsa carbonara.
6. Darse un caprichazo en alguna estrella Michelin como los restaurantes La Pergola, Il Pagliaccio o Oliver Glowig.
A ver si da resultado esta entrada en el blog y de aquí unos días os escribo desde Roma 